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Nació como una respuesta.
La vida me puso frente a una verdad que no quería ver:
Mis propios hijos no querían hacer lo que yo hacía.
Y tenían razón.
En uno de mis últimos negocios, le pregunté a mi hijo si quería continuarlo.
Me dijo que no.
Sin rodeos, sin drama. Solo un “no”.
Ese “no” fue una lección.
Me hizo entender que incluso el negocio más rentable
se puede convertir en una cárcel si no lo eliges.
Y que heredar algo que no amas…
es una forma silenciosa de condenar.
Ahí cambió todo.
Dejé de enfocarme en construirles una empresa
y empecé a construirles una mentalidad.
Ya no quise ser el que les dejara una estructura,
sino el que les enseñara a crear la suya.
Porque todos queremos dinero.
Pero el querer no basta.
Y cuando trabajas en algo que no amas,
ni el dinero llena, ni el tiempo alcanza, ni el alma agradece.
Por eso decidí convertirme en guía.
No en jefe.
En ejemplo.
No en patrón.
Así nació SE SOLICITAN EMPRENDEDORES.
Como una promesa.
Como un acto de responsabilidad.
Como un llamado a educar de otra forma.
No para que mis hijos sigan mi camino,
sino para que tengan el valor de construir el suyo.